La Anatomía de la Estética Wrightiana _ Richard C. Mac Cormac

Traducido del artículo ‘The anatomy of Wright's aesthetic’, publicado en ‘Architectural Review’ Nº 143 / Febrero de 1968.




El conocimiento de la experiencia obtenida en el jardín de infantes por Frank Lloyd Wright, el obvio parecido entre sus edificios y las ilustraciones del manual de Froebel son bien conocidas (ver Grant Mason’s ‘Wright in the Nursery’ Architectural Review’, junio de 1953). Aunque dignas de atención, esas comparaciones no hacen más que indicar el ‘estilo’ característico de Wright. Investigaciones más profundas –a nivel de intenciones y organización, más que simples apariencias- sugieren que el jardín de infantes lo proveyó de una filosofía y una disciplina del diseño para llevar a cabo su arquitectura. Froebel no lo utilizó solo con un fin estético, lo concibió como un sistema de educación basado en una concepción panteísta de la naturaleza. Su esencia fue doble, intelectual y espiritual; la comprensión de las leyes de la naturaleza podría simultáneamente desarrollar poderes de la razón y convertir el sentido de la armonía y el orden de Dios: ‘el trabajo de Dios refleja la lógica de un espíritu y la educación humana no puede hacer otra cosa mejor que imitar la lógica de la naturaleza’.
Froebel identificó la fuerza gobernante de la naturaleza como ‘el principio divino de unidad’ y encontró un medio para convertir ese ideal metafísico durante sus estudios de cristalografía (estudió varias ciencias naturales para sustentar sus preconceptos). La geometría de la cristalografía, que el supuso común a la estructura de todas las cosas, fue la base de sus modelos en los libros para jardín de infantes. Los ‘regalos’ de Froebel fueron presentados a los niños como bloques de madera en cajas cúbicas incluyendo un texto que describía el propósito de cada una. De acuerdo a las nuevas reglas, los requerimientos del manual eran extremadamente estrictos. El tema de la unidad era una disciplina moral, solamente la geometría completa era permitida y el niño era llevado a sentir que, el placer de ese efecto, era un llamado de atención: ‘el orden… la ley primera de los cielos’ mientras el capricho y la arbitrariedad eran condenadas contrarias a la naturaleza. Esta disciplina debió impresionar mucho a Frank Lloyd Wright. Se le presentó como una visión en la cual la estética era inseparable de los principios universales de la forma. A la luz de tal herencia podemos apreciar su extraordinaria confianza en la validez de su arquitectura como una expresión de la ley natural y su casi mesiánica creencia en su papel como arquitecto. La dimensión de tales preconceptos es obvia al comparar extractos del manual: ‘primero se le enseña al niño a sacar un cubo de la caja para inculcarle el sentido del orden y la idea de completo’ dijo Wright ‘incluyendo todo dentro de sí’. En vez de muchas cosas, una cosa… correlación perfecta, integración es vida. Es el primer principio para que cualquier cosa crezca, que su crecimiento no sea un mero agregado… e integrar significa que ninguna parte tenga valor sino forma parte del todo armonioso’.
En cada modelo de Froebel las partes tienen que, en cierta medida, someter su identidad al todo, al que ellas contribuyen (2). Para Wright esto fue un reconocimiento básico; las partes sumadas, porches, pórticos, balcones, no deben ser tomadas como adiciones sino como extensión de la propia estructura. Para ayudar al niño a armar los bloques, el maestro podría proveerle un tablero con una grilla (3). La disciplina de la grilla combinada con componentes modulares engendra la clase de correlato descrita. Wright apreció esto en su propio plan: ‘lo que nosotros llamamos estandarización es visto como la base fundamental de la arquitectura. Todas las cosas en la naturaleza exhiben esta tendencia a cristalizarse… El entrenamiento del jardín, como se puede ver, prueba la existencia de un capital imprevisto… un sistema proporcional unitario mantiene todo en escala como un tapiz, una consistente fábrica de unidades interdependientes a pesar de su pluralidad’. Según estas disciplinas dadas, la regla T y las escuadras fueron las obvias herramientas de la estética Wrightiana. Es característico en sus bocetos, llenos de líneas explorativas – una malla refinada y calibrada para relacionar las partes (1). ‘Este principio de diseño era natural e inevitable para mí. Está basado en la línea recta de la técnica de dibujo a partir de líneas ortogonales, y diagonales. Vienen de la ejercitación del sistema Froebel dado por mi madre’. Varios de los ejercicios están compuestos con bloques rectangulares más que con cubos, y esto da un tartán más que una grilla modular. El típico modelo (3) consiste en dos cruces inter-penetrados abriéndose paso en un cuadrado, estableciendo una interdependencia entre interior y forma exterior, comparable con el trabajo de Wright. En efecto es sorprendente encontrar a Froebel adelantándose a una de las más importantes proposiciones de Wright: ‘permite a los chicos esforzarse para comprender las apariencias y las condiciones internas’ y enfatiza que la forma aparente del modelo está condicionada por la geometría del todo.
Igualmente, la forma exterior de los edificios de Wright en general proyecta espacios internos, como los ejercicios de Froebel, sugiriendo la esencia basada en una premisa geométrica más que en alguna premisa espacial personal: ‘ahora veo que la arquitectura quiere expresar este sentido del interior, volcado al exterior como arquitectura, trascendió todo lo hecho hasta el momento… Hasta ahora todo lo clásico y los mejores edificios fueron grandes masas de bloques de material esculpidos exteriormente pero no propicios para vivir adentro’. Comparaciones de esta clase, entre el modelo plano y la arquitectura deben traer a consideración las diferencias de percepción entre un modelo visto desde arriba o un edificio visto desde su perímetro. Wright entendió este problema cuando escribió ‘yo me he forzado por establecer una armónica relación entre la planta y la elevación de estos edificios, considerando a una como la solución y a la otra como la expresión…’. Esto está adecuadamente ilustrado por uno de los modelos del manual, que es una alternativa a los modelos planos. El increíble’ bath’ (4), traduce las característica intersección del cuadrado y la cruz en tres dimensiones. La estructura total es determinada por la diferencia de altura entre las dos figuras: el entre juego de escalones y podio da una expresión similar.
Las casas de la pradera, cuyo análisis se hará a continuación, serán leídas siguiendo el análisis precedente. La evolución de los rasgos distintivos del período, los techos sobresalientes, el podio y las formas cúbicas proyectadas, son consideradas como una extensión del sistema del jardín más que la simple invención de un idioma personal.
La arquitectura de Wright, a menudo considerada como indescifrable al análisis formal, revela un sorpresivo rigor geométrico. El proyecto de la casa de George Blossom (5), de 1892, es por ejemplo obviamente análogo a la intersección de cuadrados y cruces del modelo. En elevación, el plano es trasladado con retiro de las bahías centrales, lo que sugiere que el porche de acceso y los balcones, son extensiones del plano más que adiciones. En comparación, el frente y las vistas laterales de la casa Winslow del año siguiente, son menos explícitas (6), pues la grilla está desdibujada, no acentuando la grilla principal y la cochera. Su frente angosto contribuye poco al desarrollo de la principal idea wrightiana. A pesar de esto, el interior es un preanuncio de su futura técnica. En el centro de la casa, el hall de entrada, una engañosa caja simple, esta ingeniosamente integrada a las habitaciones a las que da el acceso. Sus elementos constitutivos: el lugar del fuego, el portal, la balaustrada y escalones, poseen una subestructura que se corresponde con las dimensiones de los espacios adyacentes (7).
El proyecto de la casa de Isidor Heller, de 1897, está condicionado de igual manera. Aquí el comedor y el estar han sido alojados al costado del hall de entrada a través de un eje en común. (8). El comedor, como el hall de entrada de la casa Winslow, es sub-estructurado para integrarse con los espacios que lo sirven. El área del acceso y comedor son consecuentemente diferenciados y se sugiere una jerarquía espacio servido-sirviente muy utilizado a posteriori. Esta subdivisión en el plano permitió la la distinción entre pared portante y ventana. Wright se había sentido insatisfecho con las ventanas que simplemente aparecían como agujeros en la pared de la casa Winslow. ‘Disfrutaría de los edificios bellos que pudiera hacer si solamente no tuviera que cortarlos con ventanas’.
Aquí la posición de la ventana es determinante y expresa la organización cruciforme del plano – un escalón hacia la compleja interdependencia del exterior y la planta en el living de la casa Husser dos años más tarde. El exterior de la casa Husser es al respecto, la antítesis de la elevación frontal de la casa Winslow. Ya no concebida como unidades separadas, las elevaciones son el producto de varios componentes que hacen el juego de los volúmenes interiores; ésta es la esencia de la idea de la arquitectura de Wright heredada del jardín de infantes. Se puede ver fácilmente cómo la casa Husser proviene de una grilla. De la planta de la casa de Charles S. Ross, de 1902, es fácil abstraer un perfecto tartán (10). Y desde él los volúmenes pueden ser proyectados exactamente de la misma manera que en el ‘Bath’ Froebel. La figura predominante es la cruciforme con otra contenida dentro de ella, comparabel con la de Froebel en una grilla tartán (3). Esta clase de figura fue la básica en la mayoría de las siguientes casas de Wright. En este ejemplo el interior cruciforme es expresado con porches y balcones y el exterior con techos que se extienden geométricamente desde el principal cubo de la casa. La porción levantada del cielorraso del living y las puertas-ventanas de las habitaciones se corresponden también con la grilla interior. El podio desarrolla el tema del módulo contenido dentro de otro, expresando un módulo aún mas ancho, que es referido al que él rodea como los aleros son a los volúmenes debajo de ellos. La misma grilla es utilizada en la casa Barton (11), una consistente disciplina estructural que refleja la preocupación de Wright en ese momento por la estructura de gran escala del edificio Larkin. El plano es nuevamente compuesto por cruces una dentro de otra. Esta grilla también nos refiere a la casa Martin, ambas pertenecientes a un extenso grupo. La casa E. Tomek de 1907 (12), es otra variante del mismo tema. La grilla, no demasiado explícita en comparación con las precedentes, engancha las veredas del sitio y las integra en un sistema de circulación dentro y fuera del edificio. En el living se separan espacios servidos de sirvientes, como en la casa de Isidor Heller. Aunque pueda ser interpretada como una cruz penetrando un rectángulo, la casa Tomek ilustra la forma longitudinal que Wright empieza a adoptar preferentemente a las plantas cruciformes y simétricas. La organización se revela frontalmente como una sucesión de planos, uno detrás de otro. En ejemplos previos, los módulos internos de la planta habían sido revelados a través de sucesivas proyecciones en las extremidades. Aquí, la pantalla y los pilares no estructurales en el frente sugieren que un plano ha sido sacado para revelar la actual pared externa en el medio. Desintegrando la pared perimetral, Wright podía exponer la cruz entre las extremidades de la planta y sugerir que el volumen principal estaba dentro de la grilla, más que alrededor de ésta. (4) Los pilares separados de la casa Robert Evans, de 1908 (13), producen el mismo efecto. El progreso de Wright puede medirse comparando la casa Evans con la Blossom (5), basada en el mismo esquema de la cruz en el cuadrado, utilizado 16 años antes. Las ventanas de Blossom expresan la disciplina interior; las de Evans expresan los componentes cruciformes proyectados entre las esquinas vacías que establece el cuadrado. La tentativa proyección de la casa Blossom devino en la Evans en el techo del pórtico y garage. Abajo de éstos, los módulos internos de la grilla son representados por componentes de varias alturas, maceteros, balaustradas y bay-windows colocados para que se tapen solo parcialmente.
Con esta convención de partes, característica de la madurez del período de la pradera, Wright tradujo el modelo del jardín de infantes en un sistema tridimensional de arquitectura.

Frank Lloyd Wright (1867/1959) _ Boceto preliminar

Traducción del texto publicado en ‘The Architectural Record’, January/February, 1928. ‘Concept and Plan’, Frank Lloyd Wright.



John C. Pew House, Madison, Wisconsin, 1938/40 _ Preliminary Sketch, Drawing and view from the lakeside.

‘Concebir el edificio en la imaginación, no sobre el papel, sino en la mente, profundamente, antes de tocar el papel. Que repose allí, de poco a poco va tomando forma más definitiva antes de abordar el dibujo. Cuando haya tomado vida, se empezará a planificarlo con herramientas. No antes. Dibujar durante la concepción o en la etapa de ‘bosquejado’ como decimos, experimentando con ajustes prácticos de escala, es lo suficientemente bueno si el concepto es lo suficientemente claro como para ser firmemente sostenido. Lo mejor, es cultivar la imaginación, para construir y completar el edificio antes de comenzar a trabajar sobre él. Pero si el concepto original se ha perdido, tirar todo y comenzar de nuevo. Deshacerse de un concepto para dar paso a uno nuevo - que es una facultad de la mente que no se cultiva fácilmente. Pocos tienen esa capacidad. Tal vez sea un regalo, pero puede ser alcanzado por la práctica. Lo que estoy tratando de expresar es que el plan debe comenzar como un asunto verdaderamente creativo y maduro como tal. En la lógica del plan, lo que llamamos ‘estandarización’ es considerado un principio fundamental en el trabajo de arquitectura. Todas las cosas en la naturaleza presentan esta tendencia a cristalizarse, para formarse y luego conformarse, como podemos ver fácilmente. Existe un período elástico antes de convertirse en el plan, cuando todavía las posibilidades son infinitas. Nuevos efectos, entonces, pueden provenir de la idea o principio que se concibe. Una vez que la forma es desarrollada, esa posibilidad está imposibilitada, ya que conforma un flujo creativo’. Frank Lloyd Wright

Paul Marvin Rudolph (1918/1997) _ La búsqueda formal de la Modernidad Tardía en Norteamérica



United States Embassy, Amman, Jordan, 1954-1956 (Project Not Built) / ink and adhesive shading film on board; 10.25 x 22.75 in. /// Temple Street Parking Garage, New Haven, CT, 1959-1963 / ink and paste-ons on board; 28.5 x 60 in. /// Early version of the Art and Architecture Building, Yale University, New Haven, CT, 1958-1964 / Drawing: Ink on board; 28x57.5 in. /// Government Service Center, Boston, MA, 1962-1971 / Original 35.25x27.5 in. /// Concourse Complex, (Beach Road I) Singapore, 1981-1993 / Graphite and Color Pencil on Sepia Print; 38.5 x 46 in. /// (Library of Congress Collection, Rudolph Archive)

'Nunca pueden resoverse todos los problemas... Por cierto, es una característica del siglo XX, que los arquitectos sean altamente selectivos en determinar qué problemas quieren resolver. Mies, por ejemplo, hace edificios magníficos sólo porque ignora muchos aspectos del mismo. Si resolviera más problemas, sus edificios serían mucho menos potentes'. Paul Rudolph

Tras una prolífica carrera, Paul Rudolph deja un sorprendente legado que llevará muchos años desentrañar. Su obra no ha tenido el reconocimiento de otros grandes arquitectos del siglo, sin embargo, ha contribuido con influyentes obras arquitectónicas que constituyen verdaderos iconos de la modernidad regional. Su fundación creada en el año 2002, tiene la premisa de promover y difundir su obra, preservar sus edificios y hacerla extensiva para dilucidar y comprender la verdadera magnitud de su trayectoria en el contexto de la arquitectura y el diseño del siglo XX. Descifrar el escenario norteamericano en el cual se desarrolla su obra es bastante complejo. Podríamos afirmar que Paul Rudolph, Eero Saarinen, Philip Johnson, kevin Roche, John Dinkeloo, pertenecen a la segunda generación de arquitectos norteamericanos ‘formalistas’, que intentaron individualmente ajustar las formas del primer modernismo a una forma menos abstracta y asumieron la ‘monumentalidad’ norteamericana de posguerra como un movimiento cultural y arquitectónico en sí mismo. Su labor profesional se ve influenciada en sus inicios, por aquellos que intentaron americanizar el ‘Estilo Internacional’ como Walter Gropius, Marcel Breuer y Richard Neutra, dominantes de la escena arquitectónica norteamericana hasta mediados de siglo, y en el final de su carrera resistiendo tenazmente con su modernismo monumental al inminente surgimiento en los años ´70 de la tercera generación de arquitectos norteamericanos postmodernos, dominada por el teórico Vincent Scully y los arquitectos Robert Venturi, Romaldo Giurgola, Robert A. M. Stern y Charles Moore.

Nacido en Elkton, Kentucky, estudia arquitectura en el Politécnico de Alabama (actual Universidad de Auburn) entre 1935/1940 y luego de un breve período en la Marina en la Segunda Guerra Mundial, completa su postgrado junto a Philip Johnson en Harvard en 1947, bajo la supervisión del fundador de la Bauhaus, Walter Gropius, personaje muy influyente en la formación de arquitectos modernistas en Norteamérica. En 1948 recibió de la Universidad de Harvard, una beca para viajar a Inglaterra y Europa, pasando seis meses en París, trabajando en una edición especial de la revista de arquitectura francesa L’Architecture d’aujord’hui que incluyo el trabajo de Gropius en los Estados Unidos para finalmente regresar a enseñar arquitectura a la Universidad de Pennsylvania en 1951. Paul Rudolph fue un pionero, una importante figura de la Escuela de Arquitectura de Sarasota, Florida, donde inició su práctica profesional a partir de 1948 asociado con Ralph Twitchell. Sus casas elogiadas por las revistas de arquitectura de la época –opuestas a la caja de cristal propuestas por el Movimiento Moderno- captaron la atención internacional por proponer una variante más lúdica y optimista, aportando soluciones innovadoras para el hogar moderno norteamericano. Cuando se hace referencia a la Escuela de Arquitectura de Sarasota se trata de describir una sensibilidad arquitectónica originada en ‘La Ringling School of Art’ fundada en Sarasota en 1931, que se practica y se aplica en los edificios de la costa oeste de Florida, específicamente en Sarasota y Tampa, donde ha predominando el modernismo regional a mediados de siglo. Algunos de los arquitectos innovadores dentro de este estilo fueron Mark Hampton, Gene Leedy, Víctor Lundy y Ralph Twitchell con quien Rudolph se asociaría en la práctica arquitectónica entre 1948/52 congeniando los ideales arquitectónicos modernos con fuertes influencias ambientales. Rudolph ha diseñado más de treinta casas de este estilo en la Florida, algunas asociado con Twitchell como la Finney Guest House, 1947; la Revere Quality House y la Siegrist Residence, 1948; la Leavengood Residence, 1950, que constituyen pequeñas joyas de la arquitectura de posguerra y muchos de sus diseños más característicos eran una respuesta directa a las condiciones climáticas extremas de las costas de la Florida: luz y sombra, humedad, brisa marina, plagas (termitas) y huracanes. Espacios luminosos, abiertos y estimulantes manifestaban una nueva manera de vivir, incorporando la tecnología utilizada en la Segunda Guerra y nuevas formas de aislamiento en construcciones elegantes, ágiles, livianas, con techos en voladizos y cubiertas colgantes. Durante la Segunda Guerra Mundial, Rudolph había trabajado como arquitecto naval y aprendió sobre la construcción de delgadas cáscaras, la economía de medios y el uso eficiente del espacio, para aplicarlo a sus casas después de la guerra. La casa ‘Cocoon’ o ’Healy Guest House’ en Siesta Key, de 1950 - una de sus creaciones más experimentales y de mayor difusión en las revistas de arquitectura de la época con el notable aporte de la fotografía realizada por Ezra Stoller- es un claro ejemplo de este estilo. La superficie cóncava conformada por paneles aislantes de acero apoyados en las correas, fue rociado con un material para techado de vinilo llamado "Cocoon" ,de ahí el nombre de la casa, que la Marina de los EE.UU. desarrolló durante la guerra. Otro ejemplo de referencia en la evolución de la tipología fue la casa diseñada para Eugene Knott, 1951 (no construida), de amplia apertura a la brisa del mar y a la luz natural materializada a través de una cubierta de once cáscaras de madera contrachapada. Sus ideas más audaces se filtraron en el trabajo independiente de Rudolph, cuando en 1952, abrió su propia oficina, también en Sarasota, continuando su labor como diseñador de casas privadas. Las bóvedas de Knott reaparecieron dos años más tarde en la Casa ‘Hook’ con sólo tres bóvedas en Siesta Key y en la casa ‘Walker’ en Sanibel Island, 1953, deconstruyendo la forma estándar de la casa, para finalmente en la casa ‘Milam’ en Ponte Verde (1961) uno de los últimos proyectos en la Florida, decidir incorporar el aire acondicionado central en la vivienda moderna. Como resultado de la reputación que había adquirido en la Florida, Paul Rudolph en su segunda etapa de su carrera se traslada y se convierte en decano de la escuela de arquitectura de Yale entre 1958/65, período en el cual apelando a las megaestructuras en hormigón armado realizó sus obras más conocidas y emblemáticas, convirtiéndose en una figura controvertida y en un icono del modernismo tardío que ejerció enorme influencia sobre la dirección que habría de tomar la arquitectura norteamericana. Varios proyectos ayudaron a cristalizar su reputación en los años 60. El Jewett Arts Center del Wellesley College, Massachusetts, 1955/58; el ‘Temple Street Parking Garage’, 1959/62, un monumental garaje horizontal diseñado para el transporte moderno, inspirado en las dinámicas formas expresionistas del arquitecto alemán Erich Mendelsohn; el ‘Edificio de Arte y Arquitectura de la Universidad de Yale’, 1958/63, su obra más conocida y emblemática, ambas en New Haven, influenciado por Le Corbusier, pero en la cual ya comienza a consolidar el lenguaje formal arquitectónico propio de sus próximos emprendimientos; el edificio de los Laboratorios Endo, en Long Island, Nueva York, 1960/64; las viviendas para estudiantes casados de Yale, New Haven, 1958/61 influenciado por el neo-brutalismo inglés y el Centro Gubernamental de Boston, Massachusetts, 1967, que muestran la capacidad urbanística de Paul Rudolph. A partir de 1965, instalado en Nueva York, continuará durante los próximos 30 años creando algunos de los edificios de arquitectura más singulares y de gran alcance del modernismo. La convicción en los valores de su arquitectura nunca vaciló. Su práctica se mantuvo activa e intacta, aunque sus encargos en la última etapa de su carrera vinieron de países extranjeros, concentrando su actividad principalmente en el Sudeste asiático, Hong Kong, Yakarta y Singapur donde el respeto por su estricta modernidad era todavía requerido, ampliando aun más su pasión por las megaestructuras en una escala que superó incluso a sus más importantes encargos norteamericanos. Sus ex alumnos son algunos de los arquitectos contemporáneos más respetados internacionalmente, tales como Lord Norman Foster, Lord Richard Rogers, y Robert A. M. Stern, entre muchos otros arquitectos distinguidos de la profesión. Indudablemente Paul Rudolph es considerado actualmente como uno de los grandes arquitectos norteamericanos y figura trascendental del modernismo tardío, no dejando ninguna duda acerca de la reputación obtenida a mediados de siglo en suelo americano, mientras que su actividad en el extranjero en épocas de la globalización está actualmente siendo revisada.

Cocoon House (Healy Guest House), Siesta Key, Sarasota, Florida, 1950 (with Ralph Twitchell) / Siegrist Residence, Venice, Florida, 1948 (with Ralph Twitchell) / Cohen Residence, Siesta Key, Sarasota, Florida, 1953-1955 / Pavilion, Florida, 1950 (with Ralph Twitchell) Project Not Built / Leavengood Residence, St. Petersburg, Florida, 1950-1951 (with Ralph Twitchell). (Library of Congress Collection, Rudolph Archive)

Antonio Sant'Elia (1888/1916) _ La Arquitectura Futurista





Casamento con ascensori esterni, galleria, fari e telegrafia, 1914. Como, Museo Civico (1) / Casa a gradinata su più piani, 1914. Collezione privata (1) / Studio per la ‘Città Nuova’, Antonio Sant'Elia, 1914.Collezione privata (4).

A pesar de su brevísima carrera, Antonio Sant'Elia es considerado una de las figuras más atractiva y sugerentes de la arquitectura moderna, por haber dejado su impronta a través de intensos y visionarios dibujos que sin duda se erige en el punto más elevado de la imaginería del movimiento futurista italiano. Sus primeros esbozos, muy pocos difundidos, creados en un estilo ‘Beaux Arts’, serán sucedidos por la serie de dibujos, de extraordinario poder, colorido y majestuosidad para la ‘Città Nuova’, dándonos una imagen cabal de la modernidad propuesta por el movimiento futurista. Pero Sant'Elia fue mucho más que un precursor que quiso proclamar el potencial de la tecnología del siglo XX. Es la claridad de su visión lo que sorprende, su creencia en un modernismo capaz de cambiar la sociedad, rebosante de pasión y energía, anclado en su juvenil enfoque revolucionario. Nacido en Italia, en la ciudad de Como, región de Lombardía, Antonio Sant'Elia se recibe en 1906 de maestro técnico constructor en su ciudad natal y al año siguiente finaliza la ‘Escuela de Artes y Oficios G. Castellini’. Decide trasladarse a Milán en el período 1907/09 al obtener el puesto de colaborador externo como diseñador edilicio en la Oficina Técnica Municipal. Se acerca al movimiento futurista alrededor de 1912, frecuentando en los ámbitos culturales milaneses, en su paso inconcluso por la Academia de Bellas Artes de Brera, a artistas como Carlo Carrá y Leonardo Dudreville, Umberto Boccioni, Mario Chiattone y a su maestro de perspectiva Angelo Cattaneo. Al poco tiempo, inicia un período fructífero de concursos y tras graduarse como profesor de Diseño Arquitectónico en la Academia de Bellas Artes de Bolonia enseña arquitectura en dicha ciudad y al año siguiente asociado con Mario Chiattone abren su propio estudio en Milán. Entre 1913 y 1914, transitando los inicios de la revolución industrial italiana es invitado por la Asociación de Arquitectos de Lombardía, para realizar una serie de dibujos acerca de la ‘Città Nuova’, que no era más que la visión futurista de la ciudad de Milán. Los dibujos fueron exhibidos entre mayo/junio de 1914 en la primera y única exposición del grupo ‘Nouve Tendenze’, para la cual escribe el prefacio del catálogo de la exposición en forma de ‘Messagio’, realizada en la Galería de Arte de la Familia bajo el título ‘Milano l’ano due mille’. Aunque el tema de la exposición fue la metrópolis futurista, no existía un plan global para la muestra, sino una colección de nuevas tipologías edilicias como Centrales Eléctricas, Aeropuertos, Hangares, Estaciones multiniveles y edificios de apartamentos llamados ‘Casa a Gradinate’. Si bien este conjunto de edificios no tenían raíces en la tradición arquitectónica, el estilo de algunos de los bocetos sugiere cierta simplificación del estilo Art Nouveau, influencias de almacenes, silos y puentes del siglo XIX, como así también influencias de las ciudades multiniveles norteamericanas de principios de siglo y de los arquitectos vieneses Otto Wagner y Josef María Olbrich. A través de su actitud progresista, luchó contra las posiciones tradicionales y las tendencias a la forma abstracta, basándose en la hipótesis central de que el espíritu de los tiempos modernos estaba inevitablemente ligado a la evolución de la mecanización. Si bien no existía hasta el momento, una arquitectura representativa del movimiento, el ‘Manifesto dell’architettura futurista’, constituyó una reelaboración del manifiesto publicado cinco años antes por el poeta Filippo Tomasso Marinetti, y la compilación de sus distintos ‘Messagios’ en un único texto. Como se describe en el manifiesto, su visión era una enorme aglomeración urbana, de varias capas, interconectadas e integradas, altamente industrializada y mecanizada, diseñada en torno a la ‘vida moderna’ en la ciudad. Sus diseños representan una serie de rascacielos monolíticos con grandes terrazas, puentes y pasarelas aéreas que encarnaba la pura emoción de la arquitectura moderna y la tecnología de los nuevos materiales. Concebía al futurismo como arquitectura dinámica en ‘movimiento’, un espacio arquitectónico ligado al tiempo y los nuevos materiales, de líneas oblicuas, caracterizado por la exposición de los ascensores y escaleras en las fachadas de los edificios dejando al descubierto la estructura, sin ningún tipo de recurso ornamental. La mayoría de sus proyectos nunca se hicieron realidad, pero su visión ha influido en muchos arquitectos y diseñadores contemporáneos, especialmente en los arquitectos norteamericanos John Portman y Helmut Jahn. En julio de 1915, cuando Italia decide su intervención en la Segunda Guerra Mundial se alista junto con Boccioni y Marinetti como voluntarios en la unidad 225° del Regimiento de Infantería ‘Arezzo’ del Real Ejército Italiano, obteniendo el rango de subteniente. Su comandante le encarga diseñar el cementerio en Monfalcone, mientras este se hallaba en construcción, Antonio Sant'Elia fallece en el frente. Fue enterrado en dicho cementerio para el que diseñó el portal de entrada y la planificación del mismo según un ordenamiento ‘jerárquico’ de las tumbas, incluyendo la propia y finalmente el 23 de octubre de 1921 se lo trasladó al cementerio de su ciudad natal. Desde un propio dibujo en color, acuarelado, nació en Como, el ‘Monumento a los caídos’, diseñado por Giuseppe Terragni y Enrico Prampolini y su recordatorio en el mismo expresa: ‘Esta noche duerme en Trieste o en el paraíso de los héroes’. 10 de Octubre, 1916 - Antonio Sant'Elia.



MANIFIESTO DE LA ARQUITECTURA FUTURISTA
Traducción del ' Manifesto dell'architettura futurista ',
publicado en Milán el 11 de Julio de 1914, por Antonio Sant'Elia.

A partir del siglo XVIII la arquitectura no existe. Una necia mezcolanza de los más variados elementos estilísticos, usada para enmascarar el esqueleto de la casa moderna, es lo que se llama arquitectura moderna. La nueva belleza del cemento y del hierro se profana con la aplicación de carnavalescas incrustaciones decorativas, que no están justificadas ni por las necesidades constructivas, ni por nuestro gusto y que tienen sus orígenes en la antiguedad egipcia, india y bizantina y en ese desconcertante florecimiento de idioteces e impotencia que tomo el nombre de NEOCLASICISMO. En Italia se aceptan tales manipulaciones arquitectónicas y se confunde la codiciosa incapacidad extranjera con la invención genial, con la arquitectura novísima. Los jóvenes arquitectos italianos (que absorben originalidad en la clandestina consulta de publicaciones de arte) ostentan su talento en los nuevos barrios de nuestras ciudades, donde una jocosa ensalada de columnas ojivales, de grandes hojas del ‘seicento’, de arcos góticos, de contrafuertes egipcios, de volutas rococó, de angelitos del ‘quattrocento’, de cariátides hinchadas, reemplaza, seriamente al estilo y quiere asemejarse con presunción a lo monumental. El caleidoscópico aparecer y reaparecer de formas, el multiplicarse de las máquinas, el incremento cotidiano de las necesidades impuestas por la rapidez de las comunicaciones, por la aglomeración de la humanidad, por la higiene y por cientos de otros fenómenos de la vida moderna, no provoca incertidumbre en estos presuntos renovadores de la arquitectura. Continuar tozudamente con las reglas de Vitrubio, de Vignola y de Sansovino y con algunas publicaciones de la arquitectura germana entre las manos, reimprimiendo la imagen de la imbecilidad de nuestras ciudades, que deberían ser la inmediata y fiel proyección de nosotros mismos. Así, este arte expresivo y sintético, se ha convertido en sus manos en un vacío ejercicio estilístico, en un revoltijo desordenado de fórmulas destinado a camuflar de edificio moderno el habitual cubículo reaccionario de ladrillo y piedra. Como si nosotros, acumuladores y generadores de movimiento con nuestras prolongaciones mecánicas, con el ruido y la velocidad de nuestras vidas, pudiésemos vivir en las mismas calles construidas de acuerdo a sus necesidades, por hombres de cuatro, cinco o seis siglos. Esta es la suprema imbecilidad de la arquitectura moderna que se repite gracias a la complicidad mercantil de las academias, exilios forzosos de la inteligencia, donde se obliga a los jóvenes a la onanística copia de los modelos clásicos en lugar de abrir de par en par sus mentes a la búsqueda de los límites y a la solución de un nuevo e imperioso problema:

La Casa y la Ciudad Futurista. La casa y la ciudad material espiritualmente nuestras, en las cuales nuestro tumulto pueda desarrollarse sin parecer un grotesco anacronismo. El problema de la arquitectura futurista no es un problema de recomposición lineal. No se trata de encontrar nuevas formas, nuevos marcos de puertas o ventanas, de sustituir columnas, pilastras, ménsulas por cariátides, moscones o ranas; no se trata de dejar la fachada simplemente enladrillada, ni de revocarla o revestirla de piedras, ni de determinar unas diferencias formales entre un edificio nuevo y otro viejo; sino de crear la casa futurista desde los cimientos, de construirla con todos los recursos de la ciencia y la técnica, satisfaciendo con señorío cada exigencia de nuestros hábitos y de nuestro espíritu, pisoteando todo lo que es grotesco y antitético para nosotros (tradición, estilo, estética, proporción), determinando nuevas formas, nuevas líneas, una nueva armonía de perfiles y volúmenes, una arquitectura que tenga su razón de ser solamente en las especiales condiciones de la vida moderna y su proporción como valor estético en nuestra sensibilidad. Esta arquitectura no puede estar sujeta a ninguna ley de continuidad histórica. Debe ser nueva como nuevo es nuestro estado de ánimo. El arte de construir ha podido evolucionar en el tiempo y pasar de un estilo a otro sin alterar los caracteres generales de la arquitectura, porque en la historia son frecuentes los cambios de modas y los que vienen determinados por la sucesión de convicciones religiosas y por las disposiciones políticas; pero son rarísimas las causas de profunda mutación en las condiciones ambientales que desquician y renuevan, como e descubrimiento de leyes naturales, el perfeccionamiento de los medios mecánicos y el uso racional y científico del material. En la vida moderna, el proceso del consecuente desarrollo estilístico se detiene. LA ARQUITECTURA SE DESPRENDE DE LA TRADICION. A LA FUERZA HAY QUE VOLVER A EMPEZAR DESDE EL PRINCIPIO.

El calculo de la resistencia de materiales, el uso del cemento armado y del hierro excluyen la ‘arquitectura’ entendida en el sentido clásico y tradicional. Los modernos materiales de construcción y nuestros conocimientos científicos no se prestan en absoluto a la disciplina de los estilos históricos y son la causa principal del aspecto grotesco de las construcciones ‘a la moda’ en las cuales se querría obtener la curva pesada del arco y el aspecto macizo del mármol, de la ligereza, de la soberbia agilidad de las viguetas y de la fragilidad del cemento armado. La formidable antítesis entre el mundo moderno y el antiguo está determinada por todo lo que antes no existía. En nuestra vida han entrado elementos de los que los antiguos ni siquiera sospecharon la posibilidad; se han determinado contingencias materiales y se han revelado actitudes del espíritu que repercuten en mil efectos; en primer lugar la formación de un nuevo ideal de belleza aún oscuro y embrional, pero del que ya se siente el encanto incluso entre la gente. Hemos perdido el gusto por lo monumental, lo pesado, lo estático y hemos enriquecido nuestra sensibilidad con el gusto hacia lo ligero, lo práctico, lo efímero y lo veloz. Sentimos que ya no somos los hombres de las catedrales, de los palacios y las tribunas, sino de los grandes hoteles, de las estaciones de ferrocarril, de las inmensas carreteras, de los puertos colosales, de los mercados cubiertos, de los túneles iluminados, de lo rectilíneo, de los derribos saludables. Nosotros debemos inventar y reedificar la ciudad futurista parecida a un inmenso edificio en construcción, tumultuoso, ágil, móvil, dinámico en cada una de sus partes y la casa futurista parecida a una gigantesca máquina. Los ascensores no deben arrinconarse como gusanos solitarios en los huecos de las escaleras; por el contrario, las escaleras que se han vuelto inútiles, deben ser abolidas y los ascensores han de trepar como serpientes de hierro y cristal a lo largo de las fachadas. La casa de cemento, de cristal, de hierro, sin pinturas ni esculturas, enriquecida solamente por la belleza congénita de sus líneas y sus relieves, extraordinariamente fea en su mecánica simplicidad, alta y ancha cuanto sea necesario y no según lo prescrito por ley municipal, debe erguirse a orillas de un abismo tumultuoso: la calle, que ya no se extenderá como una alfombrilla a lo largo de porterías, sino que se hundirá en la tierra en varios niveles que acogerán el trafico metropolitano y estarán unidos por pasarelas metálicas y rapidísimos ‘tapis roulants’.

HEMOS DE ABOLIR LO DECORATIVO. No debemos resolver el problema de la arquitectura futurista socavando ideas en la fotografías de China, de Persia o de Japón, o aborregándonos sobre las reglas de Vitrubio; sino a golpes de Genio y armados de experiencia científica y técnica. Hemos de revolucionarlo todo. Hay que aprovechar los tejados, utilizar los sótanos, disminuir la importancia de las fachadas, trasplantar los problemas del buen gusto desde el campo de las molduritas, los capitelitos, los portalitos, hasta la mayor de las GRANDES AGRUPACIONES DE MASAs y de la VASTA DISPOSICION DE LAS PLANTAS. Acabemos de una vez con la arquitectura monumental, fúnebre, conmemorativa. Tiremos por los aires monumentos, aceras, pórticos, escalinatas, hundamos calles y plazas, elevemos el nivel de las ciudades. YO COMBATO Y DESPRECIO:

1. Toda pseudo-arquitectura de vanguardia, austríaca, húngara, alemana y americana;
2. Toda arquitectura clásica, solemne, hierática, escenográfica, decorativa, monumental, graciosa, agradable;
3. El embalsamiento, la reconstrucción, la reproducción de los monumentos y palacios del pasado;
4. Las líneas perpendiculares y horizontales, las formas cúbicas y piramidales que son estáticas, graves, opresivas y absolutamente ajenas a nuestra novísima sensibilidad;
5. El uso de materiales macizos, voluminosos, duraderos, anticuados y costosos.

Y PROCLAMO

1. Que la arquitectura futurista es la arquitectura del cálculo, de la audacia temeraria y de la sencillez; la arquitectura del cemento armado; del hierro, del cristal, del cartón, de las fibras textiles y de todos aquellos sucedáneos de la madera, de la piedra y del ladrillo que permitan obtener el máximo de elasticidad y ligereza.
2. Que la arquitectura futurista no es por ello una ávida combinación de practica y utilidad, sino que sigue siendo arte, síntesis, expresión;
3. Que las líneas oblicuas y elípticas son dinámicas, por su misma naturaleza tienen una potencia emotiva mil veces superior a la de las líneas perpendiculares y horizontales y que no puede existir una arquitectura dinámicamente integradora a excepción de ella;
4. Que la decoración, como algo sobrepuesto a la arquitectura, es un absurdo, y que solamente del uso y de la disposición ORIGINAL DEL MATERIAL CRUDO O DESNUDO O VIOLENTAMENTE COLOREADO DEPENDE EL VALOR DECORATIVO DE LA ARQUITECTURA FUTURISTA.
5. Que, al igual que los antiguos se inspiraron artísticamente en los elementos de la naturaleza, nosotros – materialmente y espiritualmente artificiales- hemos de encontrar la misma inspiración en los elementos del novísimo mundo mecánico que hemos creado, del cual la arquitectura debe ser su más bella expresión, su síntesis más completa y su integración más eficaz;
6. La arquitectura como arte de disponer las formas de los edificios según criterios preestablecidos ha terminado;
7. Por arquitectura hemos de entender el esfuerzo de armonizar con libertad y gran audacia el ambiente y el hombre, o sea, convertir el mundo de las cosas en una proyección directa del mundo del espíritu;
8. De una arquitectura concebida de este modo no puede nacer ninguna costumbre plástica y lineal, porque los caracteres fundamentales de la arquitectura futurista serán la caducidad y la fugacidad. LAS COSAS DURARÁN MENOS QUE NOSOTROS. CADA GENERACIÓN DEBERÁ CONSTRUIR SU CIUDAD. Esta constante renovación del ambiente arquitectónico contribuirá a la victoria del futurismo, que ya se esta imponiendo con las PALABRAS EN LIBERTAD, EL DINAMISMO PLASTICO, LA MUSICA SIN CUADRATURA Y EL ARTE DE LOS RUIDOS y por el cual luchamos sin tregua contra la cobardía reaccionaria.